Casa Villa Teresita

Dirección:
Pedro Nolasco López N° 1050
Categoria:
Casas Particulares

Contexto

Recorramos esta calle, “la que baja de la laguna”; muchas casonas, antiguos almacenes   y propiedades particulares, que por sus años y estilo merecen destacarse y contar su historia, patrimonio que aún nos queda y hará perdurar la fisonomía pueblerina auténtica durante las primeras décadas del siglo XX.  

El orden tiene un valor intrínseco, es por eso que al transitar esta calle nos remontaremos hasta el lugar fundacional del pueblo, las tierras aledañas a la laguna. Allí nace, en este espacio. Su nombre: Pedro Nolasco López.

Por el año 1873 los vecinos ya habían decidido asignarle nombres a las calles. Pero en el centenario de la Patria, el 3 de mayo de 1910, se cambian algunas denominaciones anteriores por otras que hacen referencia a personajes de nuestra historia local. Así la calle San Pedro pasará a llamarse Pedro Nolasco López.

¿Quién fue este señor? Pedro Nolasco López fue Capitán del Ejército Libertador y Comandante de la Guardia del Monte designado por Juan Manuel de Rosas a partir del 30 de mayo de 1815. Apenas asume se preocupa por la indigencia e incertidumbre en la que viven los pobladores siempre asediados por el malón, y la precaria condición del Fuerte con su vulnerable empalizada de palos a pique y su rancherío de mala muerte. Cuando las estancias son atacadas por los indios actúa con rapidez, pero muchas veces no logra recuperar las miles de cabezas de ganado arriadas por la maloca. Sus hombres lo tuvieron en alta consideración y respeto.

Rapto de los indios, óleo por Rugendas.
El malón (1845) por Mauricio Rugendas.

   En 1820, siguiendo las instrucciones de Juan Manuel de Rosas, patrón desde 1817 de la estancia Los Cerrillos, López alista a los Colorados del Monte para intervenir en Buenos Aires. En este año sofocan la rebelión de Pagola y durante los meses de agosto a octubre tienen ejemplar desempeño en la batalla de Pavón y finalmente participan, entre otras acciones, de la recuperación del Fuerte de Buenos Aires, liberando a la ciudad de manos de los amotinados.

    López fue caudillo y estanciero, respetado por sus peones y acompañado por sus muchos descendientes. Por esos años era importante tener una familia numerosa en quien confiar, hijos que se hicieran cargo de las tareas rurales, del mando y el control de las tierras y el ganado. Era una época para valientes; algunas mujeres de la historia también supieron ganarse el mérito de ese título como Agustina López, madre de Juan Manuel de Rosas que dio a luz veinte hijos, diez de los cuales vivieron. Se requería mucho coraje y fortaleza para sobrevivir con la acechanza permanente de la indiada y la vida rústica de la campaña. De esta manera, los Ortiz de Rosas obtuvieron en 1811 los títulos de Propiedad del Rincón de López, ya que la vida en la frontera y su rigor se alegaban como mérito a fin de obtener los terrenos ocupados.

             Nuestra historia ejemplifica el poblamiento de la campaña por hombres como ellos,  dispuestos a todo en su afán de extender la línea de frontera más allá de los fortines, hacia la pampa indómita. Pedro Nolasco y muchos otros hicieron posible el paso de un modelo bárbaro hacia un modelo agro exportador. Es esta una enorme simplificación, pero los términos: caudillo – patrón – estanciero, ejemplifican esa evolución que por cierto es mucho más compleja si se tienen en cuenta todos los factores económicos, políticos y sociales que intervinieron.   

     Según la anotación en el registro de defunciones, Pedro Nolasco López fallece en Monte, de manera violenta y trágica, el 8 de abril de 1845, a los 86 años de edad.

Vivienda rural de Pedro Nolasco López.

La Villa

   Un descendiente de Pedro Nolasco viaja a Europa y sintiéndose atraído entre muchas maravillas por las mansiones y jardines de las ciudades que recorre, adquiere los planos para edificar su casa de familia, la que será después denominada por su segundo propietario Villa Teresita. Esta propiedad fue construida en el número 1050 de la calle Pedro Nolasco López.

  Escrito sobre una de las gruesas vigas de madera del altillo, el año 1917, atestigua la antigüedad de esta residencia, ya centenaria. No existe un dato exacto de su iniciación, pero se admiten los primeros años del siglo XX como los indicados. Todos los materiales fueron traídos de Europa tal como se acostumbraba por esos años: pisos, tejas francesas, aberturas de noble madera.  Un gran balcón, de extenso recorrido (N, E y S) con trabajos exquisitos en herrería, rodea casi la totalidad de la casa y una fuente circular decora el jardín, en el que también se aprecia un antiguo aljibe.

   Terminada con arena del Uruguay, los frentistas hacen maravillas sobre los exteriores, especialmente en los capiteles corintios que terminan las gruesas columnas y las ovas en la base de la terraza.

   El segundo y último piso que culmina con un alto techado de tejas francesas, muestra debajo de su única ventana al frente, el nombre de la casa en relieve.Aquí la ventana es de medio punto.Posee balcón y es idéntico al del primer piso que mira hacia el oeste, a la entrada del garaje. Esta abertura se reitera hacia el sur.

    La fachada del garaje, además de acceso desde la calle, está enmarcada por un hermoso frontispicio que ofrece variada y simétrica ornamentación: pilastras, ovas, molduras, etc. A este acceso que recibe el sol del atardecer, brinda su esplendor un gran ventanal con colorido vitreaux, rodeado con molduras con remates tanto en el exterior como en interior, siendo este mucho más elaborado.

   Los interiores conservan la misma elegancia, buen gusto y nobleza de materiales que se observa en sus exteriores. El acceso principal con importante puerta doble y vidriada, luce un hermoso piso de calcáreos.

Una excentricidad

   Una excentricidad de su dueño el señor López, fue construir una torre de telecomunicaciones en un sector de su lote detrás de la casa, más alta aún que la del doctor Muñoz Vives (construida en 1926, desarmada en 1968, ubicada en la esquina de Italia e Yrigoyen).

    Por esos años, después de la Primera Guerra Mundial había muchos radioaficionados.  El empleo del hierro en las construcciones civiles favorecía la creación de torres, la más emblemática y conocida, la Tour Eiffel, inaugurada para la Exposición Universal de París en 1889. Este material dio lugar a la construcción de puentes, grandes estaciones, molinos, columnas de alumbrado, etc.  Y, con el advenimiento del Modernismo, dejó sus más bellas expresiones de arte y diseño.   

     Tal como puede apreciarse en la fotografía la torre mostró una elegante factura, pero un fuerte temporal en el año 1928 la derribó. Así mismo puede verse el entorno de esta casa, la laguna, una achaparrada vegetación y una pequeña casita era todo lo que existía. El terreno llegaba por el contrafrente, hasta la calle Arroquigaray. Las calles eran de tierra, a solo dos cuadras se hallaba el Cementerio y hacia el este, el campanario de la Iglesia.

Nuevos propietarios

   El señor López decide vender la propiedad y la adquiere otro vecino de Monte y propietario rural el Sr. Eusebio Egüen. Eusebio había contraído enlace con Florencia Irisarri y vivían en su estancia La Florencia, ubicada en el Cuartel IV, sobre el camino de la costa. Ellos tuvieron cuatro hijos varones: Aniceto José, Juan Carlos, Eusebio Norberto y Miguel Ángel.  Florencia nuevamente embarazada da a luz a una niña que recibirá el nombre de Teresa. Por ese motivo, su padre que ha comprado esta casa, decide llamarla Villa Teresita. Numerosos fueron los descendientes de esta familia, María Rosa y Oscar Alberto, Carlos, Julio, María Isabel, Cristina y Stella.

Familia Egüen. En el centro Teresita con pañuelo en la cabeza, flanqueada por su padre Eusebio y su mamá Florencia. Los pequeños son, de izq. a derecha, Oscar, María Rosa, y, en brazos de su mamá, María Isabel.
Petrona Sarmiento con sus alumnas: María Esther del Llano, María Amalia Pérez Campos, Teresa Egüen y Elsa Fernández.

    En 1948 don Eusebio decide vender la propiedad, que no habitaron demasiado tiempo, ya que su casa del campo era de su preferencia. La adquiere entonces el señor Mario Alfredo Ugarteche, desde hacía pocos meses Intendente Municipal (1948-1951). Mario contrajo matrimonio con Sofía Eloísa Ulke, a quien había conocido en un acto escolar en Francisco A. Berra, ya ocupando su función ejecutiva.

     El flamante matrimonio radica su residencia familiar en la Villa Teresita. En 1950 nace Eliana Sofía su única hija.

Mario Alfredo Ugarteche y Sofía Eloísa Ulke.
El matrimonio con su hija Eliana Sofía.

     En 1971 Eliana contrae enlace con el Señor Jorge Alberto Mucci. La ceremonia se realiza en esta propiedad. A partir de 1978 compran la mitad indivisa a Sofía Ulke de Ugarteche y se convierten en los actuales propietarios de esta casona. Allí nacieron sus tres hijos, Gastón, Melina y Luciana quienes, a lo largo de los años, juntos a sus nuevas familias y descendencia siguen disfrutando del lugar.

Eliana Ugarteche y Jorge Mucci el día de su boda, en Villa Teresita.
La familia Mucci – Ugarteche hoy en Villa Teresita.

Hoy

  En Septiembre de 2022 ha sido declarada como Bien de Valor Patrimonial, según la ordenanza N°4362/20 y el decreto N°1688/22.

Para Pensar

Aquí se han aunado voluntades para lograr que este bien permanezca a lo largo del tiempo, voluntades de cuatro familias que sin conocerse persistieron con la intención de conservar, aggiornar y disfrutar esta propiedad.
  • Eliana Ugarteche de Mucci.
  • María Isabel Egüen.
  • Juan Rodolfo Siri.
  • María Sáenz Quesada. Los estancieros.
  • Miguel Ángel Fabiano. Monte, cuna de Rosas.

Realizá tu Comentario