Monte no quedó ajeno a la llegada de los Inmigrantes Italianos que en el Siglo XIX llegaron a instalarse. En reiterados relatos realizados por ellos mismos, no eran muy diferentes entre sí. Desde la complicación de los trámites burocráticos hasta los retrasos y cancelaciones de los viajes en barco, hacían a esas historias aún más interesantes…
”Había que conseguir un lugar en la cubierta bien temprano en la mañana para no perder la distribución del café y el agua para lavarse. Las comidas eran raciones mínimas establecidas por reglamento. Las sirenas para ir a dormir dividían a los sexos en estrechas barracas… si alguien se descomponía esas frazadas manchadas los acompañaban todo el viaje haciendo irrespirable el aire.»
En esta travesía sufrían la aglomeración, el calor intenso, escasez de agua y la ausencia de higiene. Al llegar a destino, la añorada “Argentina”, había que pasar el control sanitario en la Isla Martín García, tratando de evitar el fantasma de la cuarentena. Una vez en suelo argentino, el primer lugar donde permanecían era el Hotel de los Inmigrantes hasta decidir hacia donde se trasladaban según las propuestas de colocación para hacer “la América”. La mayoría de los italianos se desplazaban lejos de los centros urbanos, la oportunidad de comenzar de nuevo a través del trabajo, los convertiría en los grandes agricultores del país.
San Miguel del Monte recibió a los Aicardi, Sona, Mucci, Bonetti, Cappa, Frascaroli, Ricotta, Crocco, Sansone, Arata, Laprovitera, Beneventano, Dapello, Bonavita, Samuelli y los Grossi, entre otros. En 1880 llega Siro Rizzoli y se casa con Fermina Silvapovas, nativa de Monte. Formaron una familia numerosa. Añorando a su patria lejana, un 14 de enero de 1892, decidieron constituir una Sociedad Italiana de Socorros Mutuos.