Laura Giagnacovo Nª 636 | 08:00 a 14:00 hs
Dirección:
Laura Giagnacovo y Pedro N. Rojas
Categoria:
Casas Particulares

Contexto

La concepción indiana, consistente en la división de la manzana en cuartos, se mantuvo, a través de los instrumentos legales, hasta bien entrado el siglo XIX, pues aún la Ley de Ejidos de 1870 admitía el cuarto de manzana como dimensión máxima. Con esta división era característico que se consolidaran las esquinas, con construcciones dedicadas mayoritariamente a viviendas.

En sus orígenes, los gobiernos vendían estos generosos solares a efectos de favorecer el asentamiento de nuevos habitantes en los incipientes poblados. La vivienda original que da origen al emprendimiento conocido como Mercadillo de las Luces, como vemos, no casualmente ocupa una esquina. Aquí, y en tantas otras esquinas de la ciudad, se verifica la forma más extendida de construir, de implantarse en los solares.

     El 14 de diciembre de 1821, Bernardino Rivadavia, a  través del decreto “Edificios y calles de las ciudades y pueblos” dictaminó que las construcciones porteñas debían ceder un triángulo de su terreno para mejorar la visibilidad en los cruces de calles. Es decir, tuvieron que construir una ochava que los españoles llamaban chaflán y que para entonces era una moda bien europea.

La verdad es que Rivadavia, que en ese momento era ministro del gobernador Martín Rodríguez, sabía que los chanfles podían evitar choques, pero lo que realmente le preocupaba eran “los atracos a transeúntes, frecuentes en las esquinas sin ochavas, en las que el asaltante aparece de sorpresa”, que abundaban en aquella época.

Artículo 3° del decreto “Edificios y calles de las ciudades y pueblos”, del 14 de diciembre de 1821.

La normativa se extendió al resto de las ciudades y luego a las demás provincias. Pero no hemos podido determinar el momento exacto en que esta normativa se comienza a aplicar fuera de la ciudad de Buenos Aires. Esta fecha hubiese sido de mucha utilidad para conocer o inferir con más certeza la fecha de construcción de esta antigua casa, ya que aquí nos convoca una de las pocas en las que aún perduran las esquinas sin ochavas en Monte. Seguiremos indagando. Otro dato es que, en el plano de 1865, delineado por Lezama, este solar aún se encontraba vacío por lo que suponemos que debe ser posterior.

Sus Moradores

Esta casa perteneció a las señoritas Duclós. Luego fue testada al matrimonio Giménez, Héctor comisionista, apodado “el Mono”, Matilde costurera y una prestigiosa filatelista.  Ambos muy amables y amigos de sentarse en la vereda en las tardes de verano. No tuvieron descendencia. Posteriormente su propietario fue el abogado Serra, quien desempeñó allí su profesión.

Hace pocos años y luego de un largo período de abandono su destino cambió. En 2017 llega a Monte un inversor, ajeno a esta localidad, que ve en ella una posibilidad de transformación, transformación que de ningún modo ha puesto en riesgo el espíritu de la vivienda original. Gracias a este proyecto se han sabido preservar su materialidad, sus formas, sus dimensiones, y así, su historia y la fisonomía del pueblo, respetando la cultura y el entorno, en suma, el patrimonio montense.

Hoy

   La casa luce orgullosa sus gruesas y altísimas paredes de ladrillos comunes asentados en barro, revocadas en su fachada externa que da a la calle, ostentando friso, pilastras y cornisas con molduras, lo que le da una impronta italianizante.  En su interior se ha quitado el revoque y se pueden observar el tamaño y la textura de los ladrillos, alma de estas construcciones antiguas.

Las aberturas son originales, de abrir, de madera, con postigos interiores y rejas en las ventanas. En la puerta principal de acceso se puede ver la infaltable banderola. Su techo tiene tirantería de pinotea recuperados de la casa primitiva, con cielorraso de tejuelas, a la usanza antigua. Aquí se ha conservado toda la volumetría de la construcción con sus características constructivas originales, brindándole una nueva función y adecuándola a sus necesidades. Hacia el espacio interior del solar cuenta con una típica galería, que sin ser la inicial, recrea a la perfección la misma. 

Este bien de valor patrimonial se ha convertido en un disparador para un proyecto innovador y, a la vez, conservador. Así, esta construcción convertida en local, es el centro de un paseo artístico y comercial. Bordeando la casa por su cara interna se creó una calle peatonal que invita a los transeúntes a internarse en el corazón de lo que fuera el patio interior de la vivienda. Dicha calle comienza y finaliza con sendas rejas de hierro, deliciosamente diseñadas. Ya en su interior, y con mención especial, se puede encontrar un añejo olivo, que, lejos de haber cedido su espacio para un comercio, se planta orgulloso, embellecido por una iluminación especial que lo enaltece.  Este olivo, patrimonio natural, suele convertirse en el perfecto marco de diferentes espectáculos musicales que suelen acompañar las tardecitas o noches cálidas.

Los nuevos locales, algunos gastronómicos, que enchapan las medianeras, copian los materiales, las alturas y terminaciones de los locales de los solares vecinos. Con esto también se potencia la idea de absoluto respeto por la identidad y fisonomía del barrio. De esta manera, podemos observar en este ejemplar conjunto como el patrimonio y la historia pueden convivir en perfecta sintonía, con la naturaleza, la música, exquisiteces y buenos momentos compartidos.

En noviembre de 2021 se firmó el convenio de Preservación que declara a este lugar como Bien de Valor Patrimonial, según la ordenanza N 4362/20 y el decreto N 2291/21.

Para Pensar

De nada serviría registrar y conservar bienes si no los  comprendemos, con una mirada mucho más abarcativa, que incorpore siempre a las personas que lo viven, lo transitan, lo utilizan, sin olvidar a quienes lo hicieron, le dieron forma, quienes están presentes en la lectura de un edificio y fueron indispensables en la construcción de los pueblos.

Galería de Imágenes

Estado actual del Mercadillo de las luces

Como llegar

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